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Los jóvenes: fortuna y responsabilidad para Colombia.

Los jóvenes: fortuna y responsabilidad para Colombia.

“Nunca antes había habido tantos jóvenes. Es poco probable que vuelva a existir semejante potencial de progreso económico y social. El modo en que abordemos las necesidades y aspiraciones de los jóvenes determinará nuestro futuro común (UNFPA)”.

Resulta tan trillada como verdadera aquella frase de que “los jóvenes son el futuro”. Pero es cierto, nunca antes en el mundo se había albergado una población joven tan grande como la de hoy. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), quien realizó en días pasados el Foro “Invertir en jóvenes como condición para una paz duradera en Colombia”, actualmente hay 1.800 millones de jóvenes entre 10 y 24 años, de una población mundial de 7.300 millones de personas en todo el planeta. Este fenómeno se trata de una ventana de oportunidad única que se presenta para ser aprovechada de la mejor manera, conocida como el bono demográfico.

Ante esta ventana de oportunidad, la preocupación generalizada entre los países subdesarrollados es la falta de recursos para invertir en los jóvenes, pues no hacerlo implica que se pierdan generaciones enteras, con débiles capacidades para aportar a su crecimiento individual y al desarrollo social, que luego engrosarán el número de personas adultas mayores empobrecidas (UNFPA, 2014). Y es que desafortunadamente, uno de cada diez jóvenes vive en países subdesarrollados donde las oportunidades son limitadas y los retos en materia de acceso servicios básicos, salud, educación, empleo formal y estable, pobreza extrema y seguridad ante la violencia; son enormes.

 

Educación y empleo: la apuesta por el país y los jóvenes.

Colombia es uno de los países con la fortuna, pero también con la responsabilidad de tener un bono demográfico. Es por esto que - dentro de un contexto de post conflicto y paz - la inversión para promover el desarrollo de los jóvenes debe hacerse en todos los aspectos que impactan su bienestar como el desarrollo de la economía, la infraestructura, el mejoramiento de los servicios de salud, el medio ambiente, la educación y la generación de empleo. En esta ocasión nos dedicaremos a estos dos últimos aspectos.

Pensemos en términos prácticos y estratégicos ¿por qué resulta importante invertir en educación y generación de oportunidades para los jóvenes? ¿Cómo sería el panorama si el país pudiera disponer de más recursos para prevenir en vez de atender los efectos de la mala educación?

En Colombia de cada 100 estudiantes que ingresan al sistema educativo en las áreas urbanas, 82 terminan la educación media, mientras que en las áreas rurales apenas 48 completan el ciclo educativo (MEN, 2013). La cobertura en educación superior es del 35% y de 13 millones de jóvenes en Colombia 1.1 millones se encuentra desempleados, de los cuales el 60% son mujeres y el 40% hombres (DNP, 2016).

En países de ingreso medio como Colombia, hay una estrecha relación entre bajos niveles de educación y tendencia a la criminalidad la cual podría ser prevenida con programas y proyectos que promuevan la educación de calidad y la generación de oportunidades para los jóvenes. Actualmente hay 175.584 reclusos/as (CEDIP), de los cuales el 38% son jóvenes entre 18 y 29 años y sólo el 3% tienen algún grado profesional. El costo anual de cada uno es de $13.336.449 pero, luego de que recobran su libertad, un 70% vuelve a delinquir. En cuanto a los desmovilizados, otra población que al igual que los presos está en proceso de resocialización, hay un total de 49.012 de los cuales el 9% son analfabetas y sólo el 30% bachilleres. El proceso de reintegración de cada desmovilizado vale anualmente $5.700.000 pero 25% de ellos reinciden. Entre ambos programas se gastan al año alrededor de $ 1.114.610.772.

Previendo este panorama, de no realizarse ahora las inversiones debidas en materia de educación y empleo destinadas a preparar a los jóvenes para el futuro; con el tiempo, el reto de satisfacer las necesidades de esta población será cada vez más demandante. Para ello el Gobierno y las administraciones locales, junto a otras organizaciones privadas y del tercer sector, han venido realizando esfuerzos para que todos los niños, niñas y jóvenes ingresen a la escuela, se gradúen y continúen en la educación superior no sólo para que estén en condiciones de impulsar el salto del país hacia una economía desarrollada, sino también para que sean los responsables de su movilidad social y del mejoramiento de su calidad de vida y la de sus familias.

Sin embargo, frente a una oportunidad tan determinante como esta, no puede ser sólo el Gobierno quien brinde las oportunidades y condiciones para el desarrollo de esta población. Resulta fundamental que las Instituciones Educativas y Educación Superior sean espacios donde el acompañamiento, la asesoría y la orientación estén presente en todos los momentos en que los jóvenes lo requieran, como por ejemplo a la hora de escoger su carrera, dentro de su trayecto por la educación superior y en la transición hacia el mercado laboral.

"Frente a una ventana oportunidad tan determinante como esta, es fundamental que exista un compromiso de manera corresponsable entre todos los actores de la sociedad para invertir en los jóvenes y crear oportunidades para ellos."

El sector privado, también tiene una alta responsabilidad en el aprovechamiento de esta ventana de oportunidad, pues es quien, por medio de políticas de contrataciones justas, puede incentivar el trabajo juvenil y no ponerle trabas a su tránsito y crecimiento.

En todas estas etapas de la vida los jóvenes deben tener las posibilidades de transitar de la mejor manera hacia su desarrollo personal y profesional. De ahí la importancia de que en la educación adquieran destrezas, competencias, capacidades y conocimientos pertinentes al contexto actual que les permita contribuir a la solución de los principales problemas y jalonear el desarrollo del país en el futuro próximo. Así mismo, es fundamental mostrarles las oportunidades que hay, así como motivarlos e impulsarlos no sólo en su vida académica, sino también personal, más aún cuando una de las principales causas de muerte de adolescentes de 15 a 19 años en el mundo es el suicidio, por dificultades para realizar un proyecto de vida con sentido (UNFPA).Por ello, el papel de los docentes, padres de familia y adultos es indispensable, pues son el sustento emocional de los jóvenes y quienes los proveen de confianza y seguridad.

El tiempo se está agotando, para 2050 este bono demográfico ya no existirá, y la población adulta será mucho más alta que la joven. Por eso resulta fundamental que, para aprovechar esta ventana de oportunidad y construir sobre nuestro mayor recurso actual - los jóvenes -, exista un compromiso de manera corresponsable entre todos los sectores de la economía, hacedores de políticas públicas, maestros y padres de familia con el fin de asegurar el presente y el futuro de los jóvenes de hoy, para que sean el motor del desarrollo de nuestro país.

Por nuestra parte, desde la Fundación Corona, somos fieles creyentes de que los jóvenes son el mayor capital humano que tiene nuestro país, y seguiremos trabajando para mejorar su calidad de vida a través de fomentar oportunidades de educación vocacional de calidad y pertinentes, y de empleo estable, formal e inclusivo.

Por último les dejamos el video "World Economic Forum: The world is about to see an unprecedent demographic shift".

Ángela Escallón

Directora Fundación Corona

** Este artículo se publicó originalmente en la Silla Llena, 02 de agosto de 2016.