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La vitalidad y urgencia de la educación presencial, un asunto de equidad

Por: Daniela Matiz Bahamon, Líder de Comunicación 

Se estima que un 77% de las personas más pobres dejaron sus estudios por la pandemia, según la Gran Encuesta Integrada de Hogares del DANE. Si bien, desde la perspectiva epidemiológica, se afirma que la mayoría de niños y niñas entre 1 y 18 años presentan síntomas muy leves o ningún síntoma, y que, además, pueden ser menos transmisores de la infección que los adultos, las aulas han estado cerradas por meses, impactando todos los niños, niñas y jóvenes. Sin embargo, han sido las poblaciones más vulnerables las que se han visto y se verán más afectadas por las consecuencias de este cierre1

Una de las discusiones alrededor de abrir las aulas ha estado enfocada en la transmisión.  Esto ha sido estudiado y ya existe data suficiente que permite afirmar que los menores tienen menos probabilidades de transmitir la enfermedad a los maestros y compañeros2. Los riesgos son mucho menores a los que nos enfrentamos como sociedad si los niños, niñas y jóvenes no regresan a la presencialidad. 

Sin la presencialidad los menores pierden aprendizajes académicos, pero, sobre todo, están dejando de lado formación social-afectiva esencial para su desarrollo, que se da de la interacción con sus pares, la resolución de conflictos y los ambientes propicios que ofrecen los colegios3. Este es un componente en el cual ya existían brechas enromes en las poblaciones más vulnerables y que, además, obstaculiza el tránsito de la educación escolar a la educación posmedia y, posteriormente, al empleo, de muchísimos jóvenes. Las consecuencias de esto podrían verse reflejadas en una baja movilidad social, es decir, las familias no tendrán herramientas para mejorar su calidad de vida y subir en una escala de bienestar socioeconómico. Lo cierto es que la educación trasciende los libros y es una experiencia social. Aislados de otros niños, niñas y jóvenes, los menores pierden la oportunidad de formar relaciones con sus pares, momentos de juego, y otras necesidades formativas fundamentales en su desarrollo. Esta pérdida se acentúa aún más en las poblaciones más vulnerables, ya que no tienen la posibilidad de acceder a mecanismos complementarios que desarrollen estas habilidades.  

Además de este enorme reto que nos aleja mucho de la equidad que queremos para nuestro país, las escuelas son un espacio para que muchos niños y niñas puedan acceder a almuerzos nutricionales, y apoyo físico, psicológico y mental, a los cuales no pueden acceder en sus casas4. A su vez, las cifras también evidencian que nos enfrentamos ante un problema creciente de violencia doméstica: en el 2020 se registraron 21.519 casos de violencia contra niños5.  

De igual forma, las consecuencias se han manifestado en el aumento de las tasas de desempleo, principalmente en mujeres. La no presencialidad ha llevado a que muchas mujeres no hayan podido reintegrarse al mercado laboral formal, pues las han relegado a labores domésticas. El cambio porcentual de la población ocupada en junio del 2020 con respecto al 2019 muestra que, si bien para los hombres la tasa de ocupación disminuyó en 14,8%, para las mujeres fue del 24,7%. Es por eso que se establece que la no presencialidad es un problema social que debe enfrentarse de carácter urgente. 

esto se ve reflejado en la tasa de ocupación pues el cambio porcentual de la población ocupada en 2020 con respecto al 2019 para junio, evidenció que si bien para los hombres la tasa de ocupación disminuyó en 14.8%, para las mujeres esta disminución fue del 24,7%6.  

Asimismo, hemos visto como, por ejemplo, la no presencialidad ha dado espacio a grupos armados ilegales para reclutar a menores. Con los niños fuera de las aulas se han reportado desde distintos lugares del país una alerta sobre el fuerte aumento en el reclutamiento infantil forzoso. En la primera mitad del año 2020, al menos 190 menores de edad fueron reclutados, es decir, cinco veces más que en el 20197

La apertura segura y consistente de los colegios es esencial para una movilidad social positiva en nuestro país. La no presencialidad seguirá ahondando las brechas de inequidad de las poblaciones más vulnerables. Por tanto, #LaEducaciónPresencialEsVital 

 


Cevik M, Bamford CGG, Ho A. COVID-19 pandemic — a focused review for clinicians. Clin Microbiol Infect 2020  y Goldstein E, Lipsitch M, Cevik M. On the effect of age on the transmission of SARS-CoV-2 in households, schools and the community. July 28, 2020. 

Boast A, Munro A, Goldstein H. An evidence summary of Paediatric COVID-19 literature, Don't Forget the Bubbles, 2020. Disponible en: https://doi.org/10.31440/DFTB.24063 

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